lunes, 5 de enero de 2009

Contra la manipulación

¿Qué futuro tiene el periodismo en el entorno digital multimedia? A esta pregunta he tratado de contestar, con toda la modestia, en otras intervenciones públicas y en diversos artículos (Casasús, 1994), con esta idea: el rasgo determinante del periodismo en la era digital será una apuesta por el compromiso ético, mucho más firme y más efectivo que el contraído hasta hoy por la profesión y por la teoría académica.

En este momento de expectación ante el futuro del periodismo dominado por la tecnología, el autor propone que no puede haber prospectiva sin retrospectiva.

La función del periodismo en Internet es velar por la ética integral de las actividades comunicativas dentro del espacio virtual. El compromiso ético, en un sentido amplio, de raíces aristotélicas (ética del mensaje y ética de los emisores), es lo que debe distinguir al periodismo digital respecto de la comunicación digital en general. En la era digital la ética es la única razón de ser del periodismo.

En un sistema tecnológico como el digital, potenciado por las prestaciones telemáticas, cualquier persona puede emitir noticias y opiniones con unas enormes posibilidades de difusión y de recepción universales.

Lo único que puede identificar a los periodistas con respecto a otros informantes que actúan en la red es el compromiso ético solidario y progresista con la realidad y con la voluntad de obtener la descripción más fiel posible de la verdad por la vía del más amplio consenso de percepciones, como proponen Habermas (1996), Apel y Rorty (1983)

La ética integral de la comunicación es el rasgo que debe definir al nuevo periodismo en una sociedad cada vez más potencialmente abierta a la difusión y recepción de mensajes. El periodismo, como la historia, es un método de control ético de la actualidad. ¿Cómo se concreta esta apuesta ética? Es razonable que en cualquier previsión sobre la evolución futura de un fenómeno se recurra a los análisis históricos. No hay prospectiva sin retrospectiva, si no queremos caer en los errores de la pura especulación futurista.

En este sentido es oportuno señalar que el periodismo de la era digital afronta retos éticos que se presentan con una naturaleza y una estructura semejantes a los que se plantearon cuando, en el siglo XVII, comenzó a desarrollarse la prensa periódica, y cuando, en los años 20 del siglo XX, irrumpió la radio como medio de comunicación.

La ética del acceso a la red impone evitar las tentaciones intervencionistas de los poderes públicos, económicos y corporativos (en este caso, los de la clase periodística) que tratan de limitar la libertad de expresión y de difusión en un sistema que, además, por su propia naturaleza, convierte por ahora en fracaso cualquier intento de poner puertas al campo.

La ética del acceso a la red obliga, por el contrario, a desarrollar actitudes positivas de respeto y de fomento a las iniciativas comunicativas de los individuos y de las minorías. La ética de la recepción digital, la que afecta a los ciudadanos en general, se basa en obtener el máximo provecho cultural e informativo, individual y social, de las prestaciones interactivas del sistema. No es suficiente garantizar universalmente el acceso libre a la red. De nada serviría ello si a la vez no se promueve el respeto a la inteligencia, a las emociones y a los sentimientos de cada potencial individuo receptor.

La función ética del periodismo en la nueva era digital está integrada por los principios que tradicionalmente ha estado obligada a cumplir la profesión, y por los derivados de las obligaciones que nos imponen hoy la ética del acceso a la red y la ética de la recepción: 1) asegurar la selección motivada y responsable de los flujos informativos cada vez más densos y abundantes; 2) asesorar en la interpretación de los conocimientos que circulan por la red; 3) asegurar la veracidad y la acuración de los contenidos informativos digitales; 4) garantizar un uso correcto de la lengua desde el principio aristotélico de que las palabras son como las medicinas: valen si producen efectos positivos; y 5) desarrollar una nueva cultura del texto basada en una amenidad responsable y en nuevas formas de periodismo literario adaptado a las prestaciones de los nuevos medios de comunicación.

¿Cómo pueden promoverse estos objetivos de la función ética del periodismo? De acuerdo con lo que señala el profesor Manuel Castells, el modelo de Internet es un modelo de libertad inscrito en sus códigos tecnológicos. Internet es una "arquitectura de libertad". Y la libertad es inherente al periodismo. Cabe confiarlo todo, pues, a la autorregulación en el sentido que la define el profesor Hugo Aznar (1999a: 53): La autorregulación debe distinguirse de cualquier intento de regulación o injerencia externas en la actividad de los medios y de sus profesionales. De lo que se trata es de una regulación voluntaria a partir de su libre iniciativa.

Quiero dejar claro que todo lo que está en la red no es periodismo. Una vez dicho profesionales y empresas nos enfrentamos a un momento delicado en el marco de la credibilidad, nuestra razón de ser y lo que nos permite existir. Los medios tradicionales diarios, revistars,emisoras de radio y canales de televisión-viven un momento crucial porque sus audiencias e ingresos van decreciendo frente a un avance en ambos segmentos de los cibermedios y de otras ofertas informativas que surcan el mundo de internet. Pero estos también viven un momento trascendente porque se están descubriendo a si mismos sin una claridad diáfana sobre lo que son, por dónde transitan y hacia donde van.

En suma, que los medios y los cibermedios viven tiempos de inquietud, de incertidumbre y de reflexión. Los tradicionales se van abocados a una redefinición. Los nuevos, a definirse. Y todo ello, cuando la credibilidad de la profesión periodística no está en su mejor época.

¿Y con qué tiene que ver esto? Entre otras cosas, con la ética. Veamos algunos ejemplos que, justifican las críticas y el camino descendente en el ámbito de la credibilidad:

1.Periodistas que se inventan noticias y ganan premios con reportajes inventados.

2.Periodistas que trabajan para varios medios a la vez que compiten entre si.

3.Periodistas que salen a buscar anuncios para sus espacios periodísticos.

4.Periodistas que a la vez son comunicadores en instituciones o empresas.

5.Periodistas que no saben escribir, ni hablar, ni contar las cosas.

6.Directivos que aceptan dar a conocer como información algo que es publicidad o promoción comercial.

7.Directivos que se pliegan ante los intereses no periodísticos de sus superiores y faltan a su criterio a la hora de ubicar informaciones en los medios de comunicación.

8. Dueños de medios que tienen otras empresas con intereses ulteriores al periodístico y que usan los medios con el fin de beneficiar a esas otras empresas.

9.Dueños de medios con amigos influyentes que les piden que dejen de hacer pública tal o cual información porque les afecta o que le publiquen a costa lo que sea otra información porque es de su conveniencia.

10.Dueños de medios que se preocupan más por el bienestar de sus equipos de administración que por sus equipos de redacción.

Son diez puntos. El caso es que estamos hablando de la ética de los cibermedios en un momento en el que hay un cuestionamiento a la ética de los medios tradicionales. Y, en el fondo, la ética, a la que yo llamaría deontología por tratarse de una profesión específica con normas morales específicas, es la misma para unos y para otros porque, a fin de cuentas, estamos hablando de periodismo, de periodistas y de empresas periodísticas.

Quizá, con la aparición de los cibermedios, se han hecho más patentes y más numerosos algunos de los problemas deontológicos que afectan a los medios tradicionales. Un ejemplo, la copia de materiales, el pirateo de informaciones. Otro: la publicación de rumores, de informaciones inexactas, de informaciones manipuladas, interesadas...

Las normas deontológicas están fijadas desde hace mucho tiempo, incluso UNESCO produjo en 1983 los ¨Principios internacionales de ética profesional en periodismo¨, en los ue habla de aspectos incluidos en cientos de códigos deontológicos que circulan por muchos medios en el mundo y en los que se habla de:

1. Dar a conocer la verdad.

2. Actuar con honestidad e imparcialidad ( no me gusta hablar de independencia y lo de la objetividad me lo reservo, pues pienso que desde el momento en el que hacemos una selección de la realidad para luego contarla, ya estamos siendo subjetivos), así como con respeto a la presunción de inocencia.

3. Ser riguroso en el tratamiento de la información y diferenciar claramente las opiniones de las informaciones.

4. Respeto a la lengua en la que se trabaja, haciendo uso correcto de ella.

5. Guiarse por la integridad profesional, donde caben el secreto profesional, la distancia con las fuentes, respetar la incompatibilidad de trabajos, la cláusula de conciencia, rechazar sobornos y respetar los derechos de autor.

6. Respetar el derecho a la intimidad, el honor y la propia imagen de las personas, así como la dignidad humana...

7. Anteponer el interés público al particular acorde con el deber de brindar un servicio a la sociedad, titular del derecho a la información.

8. Rectificar cuando se ha cometido un error y aceptar el derecho a réplica. Los periodistas también nos podemos equivocar y a nosotros también se nos puede criticar.

Con esto quiero decir que no hay que buscar nuevas normas deontológicas para el ciberperiodismo dado que los ciberperiodistas son periodistas, aunque sus maneras de hacer debido al soporte en el que tienen que trabajar impliquen innovaciones y novedades. Pero en el fondo, el periodista es periodista en cualquier soporte.

Quizá haya que profundizar en la reflexión en cuanto a las normas deontológicas para las empresas periodísticas, a las que no estaría de más recordar su carácter de responsabilidad social y de deberse al público. Si bien es un deber y un derecho ético de una empresa de medios ganar dinero, no es menos cierto que debe ser ética la manera de hacerlo, y la única manera ética de ganar dinero debe ser anteponiendo el interés genera al empresarial y personal, algo que parecen haber olvidado. Como también parecen haber olvidado un pago justo y digno a los periodistas que trabajan en ella, porque muchos de los problemas deontológicos - en ocasiones con el consentimiento de las empresas de medios que desvían la vista ante lo evidente - se producen por los bajos salarios.

Cita:
ver ¨La Ética periodística en los Medios Digitales de Comunicación, un nuevo Paradigma¨de Iban Campo(2006)

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